martes, 30 de diciembre de 2008

Primera ciudad peruana en independizarse






El historiador Nicolás Rebaza Cueto nos relata que por aquel entonces no había imprenta, por esta razón se pusieron, por orden del Marques de Torre Tagle, carteles manuscritos en todas las esquinas, invitando al pueblo para que concurriese el 29 de diciembre de 1920 a la 2 p.m, a la Plaza, por que iba a deliberarse si se proclamaría, o no, la Independencia. A los notables de la ciudad, se les pasó un billete de invitación. Todo estaba arreglado y convenido para que se proclamase la Independencia; pero se quiso esperar la formalidad que el Cabildo, los notables y el pueblo, lo deliberasen
A la hora señalada, todas las fuerzas se hallaban formadas en la plaza principal, y el Cabildo reunido en la casa Consistorial, bajo la presidencia de don Manuel Cabero y Muñoz, Marqués de Bella-Vista; los regidores que lo componían eran doce. El pueblo concurrió antes de la hora señalada a la Plaza.
El Intendente Marqués, con toda su comitiva, los oficiales reales y demás empleados de alta graduación, se dirigió a la hora designada, de la Intendencia a la casa Consistorial, en la que lo esperaba el Cabildo. Se le recibió con toda la cortesía que demandaba su alto puesto. El Marqués de Bella-Vista, le cedió la presidencia. Abierta la sesión pronunció el Intendente un breve discurso, manifestando el objeto de la reunión; y que deliberase, si debía, o no proclamarse y jurarse la libertad e independencia de la Patria.
Se leyó parte de la correspondencia del General San Martín, en que ofrecía la protección de su ejército. No hubo oposición alguna, y por unanimidad, el Cabildo y toda la numerosa concurrencia pidieron que se proclamara y jurase la Independencia; todo se asentó en la respectiva acta, firmando primero el Marqués, después los miembros del Cabildo, y enseguida todos los que pudieron estar en las salas de sesiones y corredores.

Proclamada la Independencia, el Marqués expuso que hasta ese momento era la autoridad; más que se desprendía ella, poniéndola en manos del pueblo, para que nombrase al que viese por conveniente. Pidió se le permita pasar las filas del Ejército y derramar su sangre en defensa de su Patria. El Cabildo y toda la concurrencia no admitieron la renuncia; y por el contrario invitaron y suplicaron al Marqués, que continuase con el Gobierno a nombre de la Patria. El acta fue autorizada por el escribano público don Victoriano Ayllón.
Terminada la sesión, salió el Marqués con el Cabildo a la galería. Vestía gran uniforme de Mariscal de Campo, en la mano llevaba un pequeño estandarte; no el que estuvo en exhibición en la casa de la señora Cañete, sino otro de menores dimensiones y de los mismos colores y escudo, que el mayor. El Marqués saludó al inmenso pueblo, atención que fue contestada con estrepitosos vivas, y aplausos a la Patria y al Marqués Torre-Tagle.
Ante la multitud dijo que acababa de proclamarse y jurarse la Independencia; que había dejado el mando en manos del Cabildo y del pueblo; más no lo habían aceptado, obligándole a continuar y que el ejército del General. San Martín prestaba su apoyo.
Puso cuanto se había hecho, bajo la protección del cielo y levantando la voz cuanto pudo, batiendo el Pabellón Nacional, dijo: "Viva la Patria, Viva la Independencia". En el acto fue arreada la bandera española, que hasta ese momento flameaba en la casa consistorial y se elevó en su lugar el Pabellón Nacional hecho por la señora Cañete. En seguida una salva real de artillería saludó a la Patria, y al nuevo Pabellón del Perú independiente.
El pueblo saludó con el mayor entusiasmo, a la Patria y al Marqués de Torre-Tagle. En todas las torres de las 13 iglesias que tenía Trujillo, se dio un repique general. El día fue de los más grandes y solemnes que podía esperarse; pues la proclamación que acababa de hacerse, era el acto más augusto de la soberanía del pueblo.
El nuevo gobernante de la Patria, fue conducido por el inmenso pueblo y la noble concurrencia a su casa, que actualmente es conocida como la Casa de la Emancipación
(Iván La Riva)

LA HISTÓRICA CIUDAD DE TRUJILLO DE PERÚ




Trujillo de Perú (La Libertad) es una de las ocho localidades en el mundo que tienen un nombre similar: Aldea de Trujillo (Cáceres, España), Robledillo de Trujillo (Cáceres, España), Trujillo (Valle del Cauca, Colombia), Trujillo (Colon, Honduras), Trujillo (Trujillo, Venezuela), Trujillo (Cáceres, España), Trujillo Alto (Bayamon, Puerto Rico). Fue el conquistador y socio de Francisco Pizarro quien el 6 de diciembre de 1534 funda una población a la que llamó "Villa Truxillo", nombre de la ciudad cuna de los Pizarro en Extremadura, España. Posteriormente, el 5 de marzo de 1535, Francisco Pizarro ratificó la fundación y la llamó Ciudad de Trujillo de Nueva Castilla.
Diego de Almagro contrató a don Martín de Estete para que trace el plano original y delinear las cuadras muy semejantes a un tablero de ajedrez, como igualmente más tarde, se haría con el llamado Damero de Pizarro en Lima.
Trujillo nació en la época del Virreinato para ser grande. Desde su fundación los fundadores ibéricos le dieron un trato preferencial, y ello se demostró en el énfasis que pusieron en la construcción de la Plaza Principal, tal como lo habían hecho en las grandes ciudades españolas.
La ciudad desde el principio se avecinaron muchos y muy notables conquistadores, troncos ilustres de familias Trujillanas, y dada la nobleza y la calidad de sus vecinos, el emperador Carlos V, expidió una real cédula el 23 de noviembre de 1537, otorgándole a Trujillo el título de Ciudad y días después, el 7 de diciembre, le otorgaba el Escudo de Armas con el título de “Nobilísima Ciudad de Trujillo”.

PRIMERA EN LIBERTARSE DEL PODER ESPAÑOL
El 29 de diciembre de 1820 esta solariega ciudad se convirtió en “La primera ciudad libre de Perú” ya que se entregó con fuerza, coraje y abnegación a la causa patriota de conquistar nuestra emancipación. Gracias a esta hazaña, Trujillo fue nombrada "Benemérita y Fidelísima a la Patria", mediante decreto del 31 de enero de 1822.
El 9 de marzo de 1825 ocurrió algo inédito: se le cambió la nominación de Departamento de Trujillo, por el de La Libertad y más tarde, el 21 de Julio de 1827, se le restituye a la ciudad, su antiguo nombre de Trujillo.

CUNA DE GRAN CIVILIZACIÓN
En el territorio actualmente ocupado por la ciudad de Trujillo se desarrollaron varias culturas como los
Cupisnique, los Mochicas y los Chimúes. Es por ello que se encuentran numerosos restos arqueológicos que atestiguan el desarrollo que alcanzaron esos pueblos. Sin embargo, el principal emplazamiento urbano de la zona se debe a la Cultura Chimú y son los restos de la ciudad de Chan Chan, que fuera su capital, y donde se calcula, habitaron en su época de mayor expansión 100.000 personas, estos se encuentran a 4 km del centro de la ciudad de Trujillo, hacia el noroeste de la actual área metropolitana.
Tierra de grandes personajes como el gran poeta César Vallejo, Antenor Orrego y Víctor Raúl Haya de la Torre, entre otros.
Destacada ciudad
Paulatinamente, Trujillo se fue convirtiendo en el más importante centro de producción de arte religioso por sus famosas pinturas, esculturas e impresionantes iglesias coloniales, que conservan aún los estilos propios del Barroco y el Rococó, pero no podemos desmerecer a las famosas casonas coloniales y republicanas que unen al señorío tradicional de sus épocas pasadas con el afán de progreso y modernidad.
Actualmente, Trujillo conserva su aire señorial combinando todo su encanto con otros de sus atractivos como es la ciudadela de barro más grande del mundo “Chan Chan”, las huacas del Sol y la Luna, huaca Dragón, huaca Esmeralda, entre otros.